El Encuentro en la Habitación Prohibida

Era una noche cálida con la brisa del mar entrando suavemente por las ventanas abiertas del hotel. La habitación estaba tenuemente iluminada por la luz de la luna que se colaba entre las cortinas. creando un ambiente intimo y cargado de anticipación. Sus miradas se cruzaron, cargadas de deseo, mientras los dos cuerpos se acercaban lentamente.

Hablan estado juntos antes, pero esa noche ambos sabian que sería diferente. Sus manos recorrieron el cuerpo del otro, explorando cada rincón, sintiendo cómo la tensión iba en aumento. Los besos se volvieron más profundos, más hambrientos, y la piel comenzó a encenderse bajo el toque del otro.

Él la tomó de la mano y la quió hacia la cama donde la tumbó suavemente. Con una mirada que lo decia todo, ella asintió, dándole permiso para explorar terrenos desconocidos hasta entonces. Con una mezcla de delicadeza y firmeza, él deslizó su mano por su espalda, deteniéndose en la base de la column entras sus labios sequían dejando un rastro de besos por cuello y hombros.

Ella sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo cuando él llegó a su objetivo. Sus caricias eran suaves, pero seguras, preparándola con paciencia y cuidado. Ella se arqueó ligeramente, abriéndose más, mientras él continuaba con su lenta y sensual exploración. La tensión y el placer se mezclaban, creando una sensación única que la dejó sin aliento.

Con un susurro, él le pidió que se relajara, que confiara en él, y ella lo hizo, entregándose por completo a la experiencia.

Sus movimientos eran suaves, rítmicos, aumentando la intensidad de manera gradual. El placer crecía con cada segundo. llevando a ambos a un punto de no retorno. Ella sintió cómo todo su cuerpo se tensaba cada músculo en su cuerpo reaccionando a la oleada de sensaciones que la inundaba. Finalmente, el clímax llegó, intenso y liberador, llenando la habitación con sus gemidos de placer.

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